A menudo le sucede que cae en picada, luego de estar allá arriba por un tiempo. Pero siempre regresa a buscar sus alas maltratadas, desgastadas, no usadas. A veces suele olvidar como hacerlo, como volar. Pero sólo tiene que ir hasta la montaña más alta y lanzarse al vacío de la incertidumbre para golpearse con las piedras del acantilado, y de nuevo intentar subir una vez. Quizá esta vez llegue alto, tan arriba que se quemará por completo como una polilla en una noche de lluvia.
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