Caen lentamente las gotas por tu rostro, se dejan llevar por la curvatura de tu mejilla. Tan fina y delicada, eres como una muñeca de porcelana. No puedo tocarte, pero conozco cada parte de tu cuerpo, ese lienzo perfecto y nacarado que cubre tu alma. Sólo quiero caer en gotas y morir donde termina la tez de mis sueños plateados. Diluido
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